25 ene 2011

Primeras impresiones del nuevo cuatrimestre

Hoy a las dos de la mañana me hallaba leyendo un curioso y surrealista relato escrito por mi amigo el poeta. Al terminar la lectura, fui presa de una súbita inspiración y escribí algo que no tenía absolutamente nada que ver con el texto de mi amigo. Algo extraño que deja traslucir miedo y envidia ante la capacidad de los demás de disfrutar de lo que tienen en la vida y de su facilidad para establecer relaciones con los demás. Pero no voy a colgarlo, de momento.

En realidad esta entrada es sobre otra cosa. A veces (muy a menudo, para qué engañarme) pienso que lo verdaderamente interesante, atractivo y procedente sería tratar aquí temas profundos. Como mi sequía literaria en lo que a esos temas se refiere no parece que se vaya a ir en breve, probaré a contar alguna cosa, como decirlo, de mi día a día (¿hice eso en alguno de mis dos blogs anteriores? ¿Le interesaba a alguien? ¿Escribo esto solo para obtener esa autosatisfacción que nunca he sentido?).

Bueno. Una de las cosas que tiene el archiconocido plan Bolonia en mi universidad es que las asignaturas del primer curso de Historia son raritas, por decirlo de alguna manera. El equipo docente del grado quiere que los de primero conozcamos ya los mecanismos y el quehacer del historiador, además de las disciplinas que colaboran activamente con la Historia. Por ello estudiamos materias bastante diferentes, algunas de ellas muy atractivas, especialmente las de este segundo cuatrimestre. Tengo, por ejemplo, Historia de la teoría social, en la que estudiaremos, según parece, una historia del pensamiento sobre la cuestión social desde el "surgimiento" de ésta con la llegada de la Modernidad, con el abandono del estado adolescente de las sociedades, como le gustaba decir a Kant.

Otra consecuencia que Bolonia ha tenido sobre el grado de Historia es la singularidad de los nombres que reciben las asignaturas. Están "Arte y sociedad", "Introducción a la herencia material" (una forma pedante de decir una palabra que es bella en sí misma: arqueología) y "La práctica de la Historia". Esta última la curso este cuatrimestre, y se trata de una visión general de la Historia como oficio y de una mirada a los aspectos pragmáticos de la Historia (del quehacer del historiador). También tiene un nombre curioso otra asignatura que, en el fondo, es paleografía pura y dura. Esta asignatura me trae de cabeza ahora mismo. ¿Por qué? Porque figuro como no matriculada, así que tengo que solicitar la matriculación en mitad del curso.

Por último, curso dos asignaturas más: Historia del mundo actual y Geografía. La primera es la mar de interesante, y además plantea un debate de corte casi epistemológico, diría yo: ¿es más objetivo un historiador que observa el pasado remoto que uno que observa el más cercano? Me gustaría escribir en algún momento sobre ello. Geografía, como algunas de las del primer cuatrimestre, es una asignatura que ofrece más de lo que puede parecer a simple vista. La geografía puede aportar conocimientos muy últiles al historiador, especialmente si, como en mi caso, esa historiadora pretende ser arqueóloga, pretende crear conocimiento histórico basado en los restos materiales de una sociedad. Los cambios que sufre el paisaje a lo largo del tiempo pueden revelar muchas cosas a quien sepa mirar, nos han dicho.

Y esas son mis primeras impresiones para los próximos meses.

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